sábado, 29 de junio de 2013

El nudo de papá

De los viajes con mi papá, aprendí un nudo que aumenta la fuerza que se imprime al sujetar algo, lo practiqué tanto hasta descubrir que no sirve cuando queda en un borde pues se pierde la tensión y se deshace. Una noche estábamos de gira por Durango cuando mi padre realizaba su nudo y este quedó colocado en el borde de la escenografía; me tranquilicé, despojé mis manos, me acerqué a la camioneta y me quedé junto a la puerta. En ese momento mi padre tiró de la cuerda con fuerza, de espaldas hacia la puerta, me sujeté a la camioneta y le escuché decir: "hola, flaco". Un golpe se escuchó en el aire, mi padre se precipitó hacia donde estaba esperándolo, agradeciéndole por el nudo que me enseñó.

viernes, 10 de agosto de 2012

El vino se nos agrió

Y así se nos agrió,
en el mueble que lo guardaba;
porque no hubo tiempo,
la fortuna lo impidió
y había otras cosas por hacer.

Por esos viajes agotadores,
por las charlas cotidianas,
y ese tiempo,
que como humo se escapó.

Ni la verdad más cruda
o la mentira más colorida
lo impidió...

Así tan rápido,
como el tiempo
que se nos fue.

viernes, 3 de agosto de 2012

Don Botello

Era pequeñín, y aprendía a gatear, teniendo en ese momento la posibilidad de arrastrarme por el piso, encontrarme una cáscara de pepita y llevarla a la boca. Después de ingerida me provocó empacho, diarrea, diarrea, deshidratación, hospital, desahucio... Con esa noticia mis papás me llevan a casa, a esperar lo inevitable (según los doctores). En el camino a casa se encuentran un curandero, de esos que viven en el barrio, en la vecindad de enfrente, preguntando porqué el estado anímico de mis padres. Ante la respuesta, "Don Botello" diagnostica que estoy empachado y que sólo basta que me lleven a su casa para que me cure. Él, antes va a un mandado. Al regresar me cura de empacho, me "soba la panza" y media hora después estoy comiendo!!! Gracias. Donde esté usted, Don Botello.

domingo, 15 de mayo de 2011

Casi muero

 Un día, bajaba desesperado del Ajusco a 70Km/h. Recuerdo que el paraíso estaba en llamas y me arrepentía de haber apostado todo por una empresa que no tenía futuro ya. En mi pensamiento sólo existía una urgencia, la de abrazarme a ti, la de aferrarme a la posibilidad de poder hacerlo bien, esta vez. Miraba a la distancia la luz del siguiente semáforo, y en cada tope yo me aferraba al manubrio de la moto, pero no me detenía; el siguiente semáforo, en verde, y continuaba bajando desenfrenadamente, emocionado, alegre. Otro semáforo en verde, y... un taxi. Un puto taxi que se saltó la luz roja, me puso el alto. En la misma calle de Acanto. ¡Eres un pendejo!, le dije al taxista para mis adentros; pero me lo decía realmente a mí, porque no tenía control sobre mi vehículo, porque iba acelerado por llegar. Todo se redujo a tres posibilidades: esquivarlo, saltarlo, o estrellarme de lleno. Me hice bolita y azoté contra la ventana de la puerta trasera derecha. Y del golpe, hasta mis lentes de sol se enchuecaron por el impacto entre el casco y la ventana. Luego caí al suelo, donde intenté incorporarme y nada... me desplomé mientras el taxista se intentaba dar a la fuga, que al final ni me pagó nada por el daño hecho a mi moto, porque yo sabía que también fue culpa mía. Pero los trabajadores de la funeraria que estaba en la esquina, lo habían detenido diciéndole que sí, que se había brincado el semáforo. ¿Sí leíste?, ¡había una funeraria en la esquina!. Por eso digo que ese día casi muero. Ya ni siquiera intenté arrancar mi motocicleta, me subí a ella y la dejé correr, apagada, por la picacho Ajusco porque a dos cuadras había un taller de Italika. ¿Te puedo dejar mi moto?, está bien, sí, espero la cotización, gracias. Y seguí mi camino hacia Tasqueña. Llegué del lado del OXXO, no recuerdo cómo, pero estaba lejos desde ahí para encontrarte. ¿Y luego?, Ya luego, no recuerdo mucho, creo que no te conté lo de mi moto, creo que no platicamos mucho. En el lago con la luz de la luna, se iluminaban las nubes y te platiqué que de ese color yo veía los sueños, que a veces mis sueños se iluminaban como estaba iluminada la noche, entre azul y gris, a media luz. Quizás para intentar alargar el momento, para intentar que olvidaras, que desde siempre te ofrecí, la intermitencia de mi presencia.

viernes, 10 de diciembre de 2004

Para no quererte tanto

Una servilleta refleja El carmín que fue en sus labios La salida a este sinfín De deseos sin horarios Mientras cada día pasa, Del camino hacia mi casa El transporte era testigo Sí, dormido le sonaba Y al fin cuando despierto Y sé no soñarte más Es cuando mas te pienso Te extraño de verdad Y palabras que escribo Te logran dibujar Ahí, junto a la mesa A un lado de mi silla Y sabiendo que "una farza" Es como lo explicarías Me prohibo a tocarte, a entregarme a tus caricias, me sferro a dibujarte con palabras de ironía, Para no quererte tanto Para no soñarte más

viernes, 24 de septiembre de 2004

Mi primer beso

Sin mirar al reloj
para no perder el tiempo,
de pronto me acerqué
y me quedé sin aliento.

Nuestros labios se encontraron solos,
con un brazo rodeé tu cintura,
con el otro acaricié tu espalda,
y en mi mente ahí, se dibujaba
este beso pero sin palabras.

Y no dejaré
de decirle que me encanta.
No negaré
que sonríe cuando habla.

Y no olvidaré
que en sus ojos algo me guardaba
y se borró
cuando le dije que iba a enamorarme,
mientras pensaba en volver a besarle.

Su cintura parecía algo más
y con lo suave de sus labios
me llevaba a otro lugar,
donde estaba sólo ella a mi lado.

Nuestros labios se buscaron solos,
con sólo un brazo tomé su cintura,
con el otro acaricié su espalda,
y en sus labios ya se dibujaba
este beso pero sin palabras.

Y no dejaré
de decirle que me encanta.
No negaré
que sonríe cuando habla.

Y no olvidaré
que en sus ojos tiene una mirada
que es tan sexy y tan alocada
que me obliga a volver a amarla.
Y seguro hasta volvería a besarla.