viernes, 29 de septiembre de 2017

Dormí quince minutos

Hace dos semanas, antes del terremoto, sucumbía ante la ausencia de sueño. El desvelo me tenía en un estado anímico primitivo. La fortaleza de la maratón me motivó a buscar una salida a este martirio. Recuerdo que tomé algunas siestas no mayores a quince minutos y eso me daba la energía suficiente para continuar. Entre mis dos trabajos y las tareas de escuela que tenía pendientes por entregar, la presión me aturdía los oídos y me provocaba un dolor en las muelas muy devastador. ¿Mencioné que también tenía pendiente ir a verificar el auto?. Responsabilidades, enfermedad, compromisos. Todo en un conjunto aterrador. Y luego, el desenlace. El terremoto. El que alimenta mi creencias de conspiración, basadas en las lecturas de la teoría electromagnética. Escribo hoy, a dos semanas de los quince minutos que dormí.