Era pequeñín, y aprendía a gatear, teniendo en ese momento la posibilidad de arrastrarme por el piso, encontrarme una cáscara de pepita y llevarla a la boca. Después de ingerida me provocó empacho, diarrea, diarrea, deshidratación, hospital, desahucio... Con esa noticia mis papás me llevan a casa, a esperar lo inevitable (según los doctores). En el camino a casa se encuentran un curandero, de esos que viven en el barrio, en la vecindad de enfrente, preguntando porqué el estado anímico de mis padres. Ante la respuesta, "Don Botello" diagnostica que estoy empachado y que sólo basta que me lleven a su casa para que me cure. Él, antes va a un mandado. Al regresar me cura de empacho, me "soba la panza" y media hora después estoy comiendo!!! Gracias. Donde esté usted, Don Botello.