Había una vez un pato que caminaba en la pradera, alegre y animado.
Muy pronto se encontró preocupado, las nubes del cielo no se hicieron esperar y una fuerte tormenta empezó a azotar.
La fortuna de nuestro amigo pato, una casa de madera encontró.
-¡Haré de este mi hogar! -dijo el pato- y el frío y la lluvia quedaron atrás.
Feliz estaba cuando a lo lejos una desgracia observó.
Un perro sin dueño, mojado y con frío a su puerta llegó.
-Esta casa está ocupada -gruño el perro, triste y desconsolado.
-Anda, te daré la mitad de mi hogar -dijo el pato-, no estés desanimado.
Y al instante la casa se dividió.
La lluvia y el viento entraron y quedaron fríos y mojados.
-Tengo frío, tengo frío cuacuá.
-Me estoy mojando, me estoy mojando guaguá.
-¡Unamos nuevamente nuestro hogar para el frío alejar!
La casa unida el calor guardó y de moraleja y lección sirvió.
Que antes de la casa partir, feliz nos hará compartir.
Pato y perro hoy viven felices así.