Había una vez, cuando los animales hablaban con los hombres, un águila caudal que gustaba de contar sus viajes incluyendo sensaciones maravillosas y el color que tomaban las nubes según el clima y la hora del día.
Los hombres sabios y humanos dudaron del águila, argumentando que las nubes no eran diferentes a como ellos las veían.
Conforme las historias del águila iban aumentando en detalles, los hombres corrían rumores entre ellos aunque el águila no entendía porqué comenzaba a sentir el disgusto de ellos. Un día no volvió.
Tras generaciones se habló del águila que contaba sus historias pero hoy quién podría creer semejante disparate, si las águilas no hablan.